Despacio. Despierta, puedes respirar calmado, todo está en su sitio. Parece que ya empiezas a recordar. El viento comienza a soplar ligeramente más fuerte. Tranquilo, solamente siento una frágil brisa. Acompañada de corcheas que dejan saborear su sonido.Hoy todo suena a jazz.
Ese piano deja sonar una melodía perfectamente acompañada por un contrabajo. Parece que llega el momento sonoro. Ese segundo en el que se te eriza la piel, cuando dejas caer esas notas agudas que hacen mover al viento. Esas que me recuerdan que se puede respirar tranquilo sin necesidad de dejar que todo permanezca callado.
Es música. Solamente la música puede provocar ese grado de satisfacción. ¿No lo entiendes? Observa al pianista. Vive con los ojos cerrados, buscando una armonía de sonidos que nadie entiende. Una obra inesperadamente suave, con picados en ese momento exactamente justo en el que todos elevan la cabeza y con un suspiro dejan terminar la canción.
Todavía se escucha, aún se puede saborear la belleza del sonido. Las paredes resguardan las notas.
El bailarín sigue moviéndose con total cuidado de no sobreponer un pié a la música. Nada está justificado, surge todo sobre la marcha. Es genial, lo sabes.
Eres músico, tal vez artista, pero sabes que esas notas dejan resbalar los sentimientos hacia la felicidad.
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Un abrazo de tu fiel enemigo